febrero 26, 2004

El bicho

Pasamos como mil horas en trenes (Amristsar/Delhi/Agra) y finalmente lo vimos: el TAJ MAHAL, una de las 7 maravillas del mundo. Ya era el atardecer, se hizo rogar la mole porque bajamos del tren y nos fuimos a verlo con mochilas y todo y la entrada era carisima para lo que es India (50 pesos argentinos por cabeza!). Pero bueno, no vas a ponerte mezquino con semejante cuestion y nos mandamos para adentro. Quedaba media hora de luz y apenas lo vi, a lo lejos, de tamanio imponente, lo primero que me vino a la cabeza es que para hacer algo asi el kia que lo mando a construir debia tener un pire fenomenal. Es enoooooorme, todo de marmol traslucido, con las paredes llenas de incrustaciones de piedras preciosas traidas desde Persia, China, y los rincones mas remotos del Rajastan. Es hermoso, pero al mismo tiempo es un poco frio, tan marmole, tan blanco. Es loco pensar que lo encargo cuando se murio su mujer, despues de parir a su hijo numero 12, y adentro esta la tumba de ella y luego se acomodo la de el.
Es algo monumental, lindo, sensual, de un equilibrio supremo. Pero al mismo tiempo es como algo que no tiene, por decirlo de alguna manera, vida. Anochece, no esta iluminado, se cierra todo. Y adentro quedan las dos tumbas. Y parece que el kia que lo hizo le mando a cortar los dedos a todos los obreros que participaron durante los anios de construccion, para que nunca hicieran nada parecido. Una leyenda mas de la locura hindu-musulmana y sus yings yangs.